El descanso en cada etapa de la vida

Cada etapa de nuestra vida tiene unas necesidades específicas a la hora de dormir. Niños, adolescentes, adultos y ancianos, necesitan descansar para mejorar la productividad y el rendimiento a lo largo del día.

Durante la época infantil, el sueño se convierte en una actividad imprescindible para los niños que les ayuda en su desarrollo y favorece los procesos de atención, memoria y consolidación del aprendizaje.

Expertos en sueño de la National Sleep Foundation han elaborado un estudio donde indican las necesidades de sueño según la edad, señalando que a la vez que el niño crece la necesidad de horas de sueño desciende pasando de las 14-17 horas diarias que necesita un bebé de 0 a 3 meses a las 9 a 11 horas que necesitará un niño en edad escolar de 6 a 13 años.

Una investigación de la Psicóloga Rebecca Spencer demostró la utilidad de la siesta en esas edades para la mejora de la capacidad de memorización. Durante el estudio se analizaron a 40 niños en edad preescolar separados en dos grupos. A uno de ellos se les permitió dormir una siesta de 77 minutos tras haberlos enseñado unos dibujos en unas cartulinas y se le privo de ese descanso. Los resultados fueron que el grupo al que se le había dejado descansar recordaba en mayor porcentaje los dibujos de las cartulinas.

La adolescencia

Durante la adolescencia el ritmo circadiano del organismo experimenta un reajuste que hace que a los adolescentes les cueste dormirse más tarde y levantarse también más tarde. Esto tiene su explicación en la producción más tardía de la melatonina, hormona que regula el patrón sueño-vigilia, durante la etapa de la adolescencia que hace que se dificulte la conciliación del sueño.

La falta de sueño, reflejada en la perdida de dos o tres horas por la noche puede derivar en un déficit de sueño importante. Esta necesidad de descanso repercute en muchos de los aspectos de la vida del adolescente desde problemas emocionales como los sentimientos de tristeza y depresión, hasta la relación con el fracaso escolar.

Un estudio realizado por María M. Wong de la Universidad Estatal de Idaho en Estadios Unidos recalca la importancia de los padres a la hora de explicar el sueño a sus hijos y como éste afecta al desarrollo de su cerebro. También es importante que los padres fomenten y mantengan un adecuado horario regular de sueño y ayudar a controlar las actividades que estos realizan antes de irse a la cama con la intención de que no hagan aquellas que interfieran a la hora de conciliar el sueño como puede ser el uso de consolas, tabletas, smartphones…etc.

Los adultos

Al llegar a la edad adulta el organismo necesita 8 horas de sueño de media. Según Charles Czeisler, especialista del sueño en Brigham & Women´s Hospital en Boston, “el porcentaje de adultos que realmente puede sobrevivir con cinco horas o menos es 0”.

El porcentaje de personas que duermen menos de ocho horas se incrementado considerablemente en los últimos cincuenta años, hemos pasado de apenas un 2% al 30% actual. El espectacular incremento se debe en gran medida al ritmo de vida moderno que propicia alteraciones y problemas en la calidad del sueño.

La falta de descanso en los profesionales adultos conlleva un descenso en su productividad, ya que cuando se ha dormido mal nos cuesta asimilar la nueva información, pensar de manera innovadora y ralentiza los procesos en los que nos vemos involucrados. Además de esto, el déficit de sueño repercute en nuestro estado de ánimo haciéndonos más irritables y con mayor predisposición al enfado o discusión con los compañeros.

Según Matthew Gibson y Jeffrey Shrader, investigadores del departamento de Economía de la Universidad de California, “un aumento de una hora en el promedio de sueño a largo plazo se traducirá en una subida del 16% del salario” lo que nos conduce a verificar la relación existente entre la falta de descanso y la productividad.

La tercera edad

A medida que nos hacemos mayores, se van limitando las horas de sueño y se reduce la fase REM. Durante la vejez se nos hace más difícil conciliar el sueño y conseguir que éste sea reparador, continúo y profundo, ya que durante la noche es más fácil que nos despertemos y que nos sea más complicado volver a quedarnos dormidos.

Éste déficit de sueño, conlleva a una somnolencia diurna que termina en pequeñas siestas durante la mañana que complicarán el descanso nocturno contribuyendo a la aparición de problemas de sueño.

Además con el incremento de la edad la probabilidad de padecer ciertas enfermedades aumenta con un mayor uso de tratamientos farmacológicos que pueden interferir en el proceso del sueño. Las enfermedades ligadas con la tercera edad como por ejemplo enfermedades dolorosas, artritis, fibromialgia o enfermedades respiratorias, asma apnea, etc. son en sí mismas uno de los factores más importantes que alteran la calidad del descanso a las personas mayores.

Desde Pikolin queremos poner de relieve la importancia del sueño en todas las edades de la vida. El sueño es lo que permite a nuestro organismo realizar unas funciones esenciales que le permiten levantarse por la mañana con la energía suficiente como para afrontar el día.