“El descanso en el Everest no es bueno porque abundan las pesadillas”

Cómo dormir en alta montaña de la mano de Carlos Pauner

El descanso en los deportistas es fundamental para que puedan desarrollar su actividad deportiva con éxito y sin lesiones. Dormir en la montaña es complicado por las especiales condiciones climatológicas. Como en Pikolin nos interesa conocer las peculiaridades del sueño en todas las circunstancias posibles. Por eso, entrevistamos al alpinista Carlos Pauner, que ha ascendido a las montañas más altas del mundo, para que nos cuente su rutina y sus trucos para descansar antes, durante y después de una expedición.

– ¿Qué tal duermes? ¿Hay algo que te quite el sueño?

Tengo la fortuna de que duermo bastante bien en general. No me quita el sueño el medio físico en el que esté, igual duermo en la montaña que en casa, con frío o con calor. Lo que me lo quita, creo que como a todo el mundo, son las preocupaciones, no las normales del día a día, sino las especiales: preparar alguna expedición, la víspera de un viaje o algún acto importante de mi fundación. Pero la verdad es que tengo la capacidad de dormir en cualquier sitio, lo que va muy bien porque en las expediciones tenemos vuelos de 15 horas, con esperas y trasbordos, luego llegas y te quedan dos días de jeep… y soy capaz de aprovechar esos periodos para descansar.

– ¿Cuál es la mayor altitud a la que has dormido y cómo es descansar en esas circunstancias?

La máxima altura ha sido a 8.300 metros, justo antes de atacar la cima del Everest. A esa altitud te encuentras en un medio totalmente hostil, ya que el ser humano no puede vivir con un 30% de oxígeno. Si nos llevaran allí ahora de repente duraríamos minutos. Hay que pasar más de un mes de aclimatación para poder resistir unas horas, y no todos los cuerpos lo consiguen. Por eso, aunque la falta de oxígeno produce somnolencia, no es un sueño reparador, no es continuo, se interrumpe cada poco tiempo y tienes muchas pesadillas, porque el cuerpo está en una situación total de estrés, ya que a 8.000 metros el organismo vive un proceso de destrucción, da igual que estés caliente y alimentado.

– El descanso es necesario para todos pero más para los deportistas, ¿tú cuánto duermes?

Para mí nueve horas es lo ideal, y ese día me siento imparable. Si te falta descanso, todo cuesta más, incluso pensar y, si haces actividad deportiva, notas que algo no funciona bien, que la puedes hacer pero las sensaciones son de ir luchando contra ti mismo. Los alpinistas tenemos una expresión: «Hoy es que no voy», y si eso pasa, lo mejor es dejarlo porque la lesión está a la vuelta de la esquina.

– A través de tu Fundación Carlos Pauner das charlas de liderazgo, porque tú como alpinista has tenido que tomar decisiones que quitarían el sueño a cualquiera.

Mi trabajo es liderar expediciones en las que se lleva al ser humano a sus límites. El alpinismo tiene unos valores intrínsecos de colaboración, de esfuerzo, de orientación al logro, pero ¿cómo motivar a un grupo de personas para que vayan al Anapurna cuando el 20% de los que van mueren? Motivar para eso es muy difícil y, cuando aprendes en unas circunstancias tan duras, sacas unas conclusiones importantes de cómo se toman las decisiones, también para trasladarlas a la vida cotidiana y al liderazgo.

– Tu fundación trabaja también en proyectos educativos en el Himalaya y Aragón.

Durante los 13 años que ha durado mi proyecto ‘14ochomiles’ he estado viviendo la mitad del tiempo en el Himalaya, que abarca dos países: Pakistán y Nepal, que ya son mi segundo hogar. He aprendido mucho de ellos y he querido devolverles algo, porque tienen muchas necesidades, sobre todo ahora tras el terremoto. Hemos levantado hospitales y colegios y quiero seguir con ello, no solo en educación básica sino orientada al empleo. En Aragón, que es mi casa, los niños no tienen que andar 10 km para ir a clase, pero también hay zonas desfavorecidas, y allí doy charlas para que los chicos vean que se pueden cumplir los sueños: yo cumplí el mío de los ‘ochomiles’, pero también soñé volar y soy piloto, o soñé ser químico y lo soy y llevé un laboratorio. Los sueños no deben olvidarse.