Porque los sueños, sueños son

Ayudan a conservar la integridad del circuito neuronal implicado en los procesos de memoria y aprendizaje.

Los sueños han fascinado a la humanidad desde tiempos muy remotos, entendidos como revelaciones divinas o incluso proféticas que podían anunciar el porvenir. Son muchas las teorías que han tratado de interpretarlos y muchas las corrientes que, hoy por hoy, siguen intentando averiguar qué función cumplen estas visiones fantásticas y cuáles son sus mecanismos.

Gran parte de las actuales teorías que explican el fenómeno de los sueños parten de los estudios realizados a principios del siglo XX por el ‘padre’ del psicoanálisis Sigmund Freud. Este pensador alegó que las emociones enterradas en el subconsciente suben a la superficie consciente durante los sueños, de manera que recordar fragmentos de estas visiones puede ayudar a destapar ciertos sentimientos.

Aunque Freud revolucionó el estudio de los sueños, existen otras teorías que se alejan de la psicoanalista y que señalan que estas visiones constituyen un mero producto fisiológico del cerebro en el que tiene lugar un proceso aleatorio y automático de imágenes. Quizá como respuesta a unos estímulos que le ayudan a salir del sueño profundo.

A pesar de que el cometido de los sueños y su posible significado siguen siendo un campo por explotar para los expertos en la materia, sí que existe certeza de cómo se comporta el cerebro mientras dormimos.

¿Qué son los sueños?

Son procesos mentales involuntarios que se producen cuando la persona duerme, porque el cerebro sigue activo mientras el cuerpo permanece en reposo. Diferentes estudios afirman que su actividad disminuye tan solo un 20% con respecto a la vigilia y se modifica variando sus contenidos.

Es especialmente intensa en la etapa de sueño REM o MOR, caracterizada por los rápidos movimientos oculares, en la que existe una importante actividad fisiológica y en la que se producen la mayoría de los sueños. En esta fase, el comportamiento del cerebro es muy parecido a cuando se está despierto.

También se ha constatado que el descanso procura el mantenimiento vital de las células neuronales, de hecho es el cerebro la estructura que más requiere del sueño para su restitución, tal y como advierten fuentes expertas en neurofisiología.

Por otra parte, una de las teorías más extendidas afirma que, además, el sueño estimula las redes neuronales que intervienen en la memoria y el aprendizaje.

El protagonismo del mundo onírico

· En la mitología. Dormir, en la mitología griega, es lo mismo que estar en los brazos de Morfeo. Este dios era uno de los mil hijos de Hipnos (el sueño) y Nix (la noche) se encargaba de inducir los sueños de quienes dormían y de adoptar una apariencia humana para aparecer en ellos, especialmente la de los seres queridos, permitiendo a los mortales huir por un momento de las maquinaciones de los dioses.

· En la ficción. Los sueños han sido y son una fórmula recurrente en la ficción, tanto literaria como cinematográfica. La fantasía y el poder que ofrece el mundo onírico, así como la confusión entre lo vivido y los soñado constituyen recursos omnipresentes en múltiples narraciones. La historia dentro de la historia contribuye a mezclar la consciencia y la subconsciencia y la realidad con la imaginación.

· En nuestra percepción. «¿Lo habré soñado?». Esta es una pregunta que nos hemos hecho todos alguna vez. A veces, por sentir que ya se ha sentido o vivido algo que está pasando en el presente. Este ‘dejavú’ es, para muchos, como la memoria de los sueños que no recordamos conscientemente. La línea entre lo vivido y lo soñado a veces no es tan nítida, de manera que hay sensaciones que la traspasan perturbando e invitando a la reflexión. También se ha investigado mucho sobre la posibilidad de controlar y dirigir los llamados sueños lúcidos.Y muchos genios reconocieron haber tenido grandes ideas mientras permanencían dormidos. Y eso que los sueños duran tan solo unos minutos.