Jet lag, compañero de viaje

En los que impliquen el cambio de huso horario, hay que tratar de minimizar el impacto del ‘jet lag’.

Si se toma un vuelo desde Estados Unidos con destino a Madrid que despegue a las 00.00 y tenga una duración de ocho horas, al llegar, en el organismo, serán biológicamente las 8.00, pero en España serán las 15.00. Esta diferencia de horas resiente el reloj interno del viajero, el denominado ritmo circadiano, que se encarga de marcar los periodos de sueño y vigilia.

Esa descompensación recibe el nombre de ‘jet lag’ o ‘síndrome de los husos horarios’, un trastorno del sueño que se manifiesta a través de la alteración del descanso, entre otros síntomas como la fatiga o la irritabilidad. Estos efectos se mantendrán durante uno o dos días hasta que el organismo se adapte al nuevo horario.

Se produce, por tanto, por la alteración de los ritmos circadianos del organismo que está programado para vivir el día y la noche. Durante el sueño, el ritmo del corazón y la frecuencia de respiración se ralentizan, disminuye la presión arterial, los músculos se relajan y la capacidad mental y psicomotriz se reduce de forma considerable. Al cambiar de lugar en poco tiempo, cruzando a otra zona horaria, se produce un desplazamiento de las fases que componen el ciclo diario del ser humano. No solo se alteran los ciclos de sueño y vigilia, sino también el desarrollo normal de numerosas funciones corporales, como las hormonales, sujetas a un ciclo de 24 horas.

Jet lag, compañero de viaje

Cuestión de horarios.

El ‘jet lag’ tiene repercusiones distintas al viajar de oeste a este, de América a Europa por ejemplo, que a la inversa. En el primer caso, hay que sumar una hora más por cada meridiano o huso horario que se cruza, de manera que no se tendrá sueño cuando haya llegado la noche y, en el segundo, que implica una hora menos por meridiano, se sentirá sueño en pleno día. Si se viaja de norte a sur, sin traspasar zonas horarias, no se produce este desfase del ritmo circadiano.

Tampoco si se utilizan como medio de transporte el barco o el autobús. Según estudios recientes, la clave para minimizar el efecto del ‘jet lag’ está en ajustar el ritmo circadiano de cada persona al horario solar de la localidad de origen y al de la localidad del destino. Para ello, días previos a la realización del viaje, se recomienda adelantar o atrasar los horarios de las comidas y el sueño para aproximarlos a los que se siguen en el lugar del destino.

En definitiva, se trata de modificar los patrones del sueño, regular la exposición a la luz solar y, en casos más extremos, acudir al médico para que prescriba los fármacos correspondientes si es necesario. De este modo, se evitarán o reducirán las consecuencias físicas y psíquicas del ‘jet lag’, y se contribuirá a que el viaje transoceánico sea siempre un buen recuerdo.

Para tener en cuenta al cruzar el charco

· Definición. Desequilibrio producido entre el reloj interno de una persona (que marca los periodos de sueño y vigilia) y el nuevo horario que se establece al viajar en avión largas distancias. También se le conoce como síndrome de los husos horarios, disritmia circadiana o descompensación horaria.

· Síntomas. El jet lag, se manifiesta con fatiga durante varios días, provoca falta de concentración, alteraciones de la memoria que hacen que se olviden algunos acontecimientos recientes, errores de cálculo, irritabilidad, nerviosismo, ansiedad y depresión. También produce desórdenes astrointestinales, somnolencia durante el día e insomnio por la noche y efectos físicos como deshidratación, dolor de cabeza, piel seca e hinchazón de pies.

· Estratégias. Se recomienda descansar bien antes de empezar el viaje, evitar las bebidas alcohólicas y la cafeína, beber mucha agua e intentar dormir en el avión. Hay que hacer comidas ligeras y frecuentes y llevar ropa cómoda. También es aconsejable pasear a bordo cada cierto tiempo.