La importancia del descanso: elige bien tu almohada

Dormir bien es un lujo y una necesidad fisiológica más de nuestro organismo. El descanso es vital para nuestro estado de salud y capacidad de rendimiento en el día a día, tanto física como mental.

Si nos disponemos a descansar en una cama, se nos plantea una doble cuestión: ¿es necesaria una almohada? Y, si lo es, ¿de qué depende el tipo de almohada que escojamos? Sabemos que la firmeza y acogida de los colchones condicionan enormemente la calidad del descanso, pero ¿sucede lo mismo con las almohadas? Los especialistas del descanso aseguran que sí.

¿Cuál es la mejor almohada para cada persona?

La primera premisa para asegurar el descanso es dormir siempre con almohada: contribuye a mantener sujeta la cabeza y ayuda a que la musculatura cervical se encuentre relajada.

En principio, la almohada idónea sería aquella que nos resulte más ergonómica, es decir, que mantenga cuello, cabeza y hombros de tal manera que se respete la posición natural de la columna vertebral, parte sobre la que recaen las consecuencias de las deficiencias posturales. Digamos que el objetivo, al dormir, es mantener la columna vertebral, de forma equivalente a cuando estamos de pie.

Con frecuencia, escuchamos a personas decir que sienten dolor de espalda o tensión en el cuello que les incomodan. Incluso, nosotros mismos hemos podido sentir ese malestar. A veces, pensamos en el colchón como culpable de ellos aunque es clave considerar que una almohada no adecuada para nuestras necesidades (complexión, postura…) puede hacer que incluso con el mejor colchón, pasemos una mala noche.

Nuestra complexión física y el hábito de adoptar una postura determinada para dormir van a ser los elementos que decidan qué tipo de almohada nos conviene más. Pues bien, esto debemos ponerlo en consonancia con los dos factores que debemos tener en cuenta, en la elección de la almohada: su altura y firmeza. Atención a los siguientes consejos:

Una almohada para cada forma de dormir

– Si, preferentemente, dormimos boca arriba o tenemos una forma de dormir cambiando de postura, nos decantaremos por una firmeza y un grosor de grado medio. Asimismo, te aconsejamos una altura media, para lograr la máxima alineación de los tramos cervical y dorsal de la columna.

– Si, en especial, dormimos de lado o apoyados sobre un hombro, necesitamos una almohada gruesa, firme y alta o media alta, para que el cuello sea una prolongación de la dirección de la columna. Pero ¿cómo calcular ese grosor? Una regla sencilla puede ser medirnos la distancia del extremo de un hombro a la oreja y añadimos entre 2 y 4 centímetros, en función de la dureza, tendremos el dato aproximado.

– Si, prioritariamente, dormimos boca abajo, para la dureza y el material con el que esté fabricada la almohada, se imponen las características de blanda y fina, de tal manera que permita que la cabeza quede alineada con el cuerpo y simule la posición vertical. No es la postura más recomendada para la columna por las tensiones que genera en las cervicales.

– Y, como fórmula para minimizar los ronquidos, está demostrado que lo mejor es adoptar la posición decúbito lateral, también llamada fetal. Para quienes roncan, se diseñan almohadas especiales, que les obligan a adoptar una postura fetal y evitan que duerman boca arriba, ya que esto entorpece la respiración, por obstruir las vías respiratorias.

Concluiremos recordando dos consejos más para que una almohada sea garantía de un sueño reparador:

• La almohada debe ser individual. Se desaconsejan las almohadas de tamaño doble.

• Por higiene es conveniente renovarla cada dos años.
Salud y sueño están totalmente relacionados, tal y como constatan numerosos estudios médicos y científicos. Durante la noche no solo dormimos y descansamos, nuestro cuerpo aprovecha para poner en marcha una serie de procesos que sirven para, de una manera didáctica, hacer sus tareas de mantenimiento.

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